Felicidad: sutil diferencia entre nivel de vida y calidad de vida
No deja de resultar sorprendente que la frase ¿Cómo ser feliz? haya sido una vez más la frase aspiracional más buscada en Google es España el último año, y ya van 9. Llegados a este punto es casi obligado hacer una pregunta ¿realmente existe la felicidad? Definitivamente si. No sólo existe, si no que además se estudia en todo el mundo bajo la denominación de bienestar subjetivo percibido (BSP). En estar entrada Felicidad: sutil diferencia entre nivel de vida y calidad de vida, hallarás algunas de las respuestas.
Como ya sabrás cada año la ONU elabora un ranking mundial que mide el índice global de felicidad en más de 155 países y en el que este año 2018, España ocupa el puesto 36, dos puestos por debajo del que ocupábamos el año pasado. A muchos os sorprenderá saber que países como México, Argentina o Taiwán, con rentas bastante más bajas y en algún caso con mayores índices de inseguridad que nuestro país nos superan ampliamente en términos de felicidad percibida por sus habitantes.
Esto tiene una explicación sencilla. En primer lugar, es importante establecer la diferencia entre nivel de vida y calidad de vida. En occidente confundimos con demasiada frecuencia estos dos términos. Nivel de vida, consiste en aquello que puedes guardar en el armario, en el garaje o en el banco. Podríamos decir que nivel de vida, es aquello que simboliza tener un millón de dólares y un Ferrari, sin embargo, el nivel de vida no ofrece ninguna garantía de felicidad. Hay una frase de Jim Carey que propone una interesante reflexión sobre este mismo concepto “todo el mundo debería ser rico y famoso para que puedan comprobar que esa no es la respuesta”. Por lo tanto, lo que nos hace elevar realmente nuestro coeficiente de felicidad es la calidad de vida.
La calidad de vida podría explicarse como el grado de satisfacción que tienes con tu propia vida. Es decir, como de satisfecho estás con tu manera de vivir. Para medir la calidad de vida, hay diferentes herramientas, algunas de ellas miden hasta cincuenta variables tales, como el entorno donde vives, la percepción de seguridad, la educación o lo satisfecho que estás con el salario que obtienes por realizar tu trabajo. Por lo tanto, tu calidad de vida será elevada si la diferencia entre tu realidad vivencial y tu expectativa de vida es corta, o tendrás una calidad de vida más baja si en ese mismo supuesto, el diferencial entre ambas es muy amplio.
Otro factor fundamental son las relaciones humanas. La mejor red social del mundo sigue siendo una mesa llena de amigos. Una característica que hace que países latinoamericanos y asiáticos, con un PIB inferior y unas condiciones de vida teóricamente peores que algunos países europeos estén claramente por delante en términos de felicidad hay que buscarla en las relaciones sociales. La soledad, será otro de los grandes retos de los países más desarrollados, ya que el propio modelo de desarrollo nos está llevando a situaciones inverosímiles, trabajos a cuatro turnos que no respetan los ciclos vitales de las personas y como consecuencias parejas que no se ven porque no coinciden en sus horarios, padres que no pueden cuidar de sus hijas y por supuesto, menos aun de sus padres. Eso si, para cubrir este déficit se ha creado un importante negocio para paliar el sentimiento de culpa de los hijos, pero lamentablemente esto no resuelve la tristeza crónica de muchos de los padres. Tanto es así, que en los tiempos de la hiperconexión que proporciona internet y las redes sociales, paradójicamente en países como Reino Unido se ha creado un ministerio para la soledad, unos de los males que acecha a la sociedad contemporánea. Según estudios publicados en 2017 la soledad es tan perjudicial como fumar quince cigarrillos diarios, y un verdadero y grave problema de salud en adultos mayores.
Así que a diferencia de lo que solemos pensar, las personas más felices no son aquellas que tienen todo lo que desean, sino aquellas a las que está satisfechas con lo que tienen. Por eso no debe sorprendernos que las personas agradecidas sean habitualmente las más felices, una cosa que he descubierto tratando con ellas es que, agradecer convierte lo que tienes en suficiente.
Para alcanzar y mantener un coeficiente de felicidad elevado, es necesario entender que la felicidad viene de dentro. Que es tu calidad de vida y no tu nivel de vida la que determinará tu nivel de bienestar
Durante algunos años de nuestra vida, felicidad se escribe con verbos como tener, conseguir o alcanzar. Hasta que llega un día en el que percibes que lo que de verdad te hace feliz, es disfrutar de un día libre, recibir un mensaje bonito, compartir un café en un sitio agradable o tener en tu vida personas que te quieran y que además se alegran de verte.
Con el tiempo empiezas a dar mayor importancia a las cosas simples, comienzas a percibir su verdadero valor, a ser consciente de dónde reside la verdadera felicidad
Felicidad: sutil diferencia entre nivel de vida y calidad de vida