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Efecto Pigmalión. El poder de las palabras.
“Si no me crees capaz de algo no me lo hagas saber”
Pensar que en una entrevista de trabajo no te va a ir bien y, en efecto, te va mal. Una madre le dice a su hijo -te vas a caer- y el niño termina en el suelo. Unos padres le dicen con frecuencia a su hija que merece afecto y con los años se convierte en una mujer rodeada de personas que la cuidan. ¿Cuánto influye la mirada de los demás en nuestro propio futuro? La ciencia nos muestra que las palabras son mucho más poderosas de lo que creemos. Cada día tienes la oportunidad de cortarle las alas a los demás o dejar que tus palabras les impulsen hacia sus metas. En psicología esto se llama efecto Pigmalión o profecía autocumplida y funciona en cualquier momento de la vida.
Cuenta la mitología griega que Pigmalión fue un famoso escultor que terminó enamorándose locamente de una de sus esculturas, en concreto de su obra llamada Galatea. Tal fue el amor que sentía hacia ella que la diosa Afrodita finalmente decidío otorgar vida a la escultura, transformándola en un ser humano, la convirtió en una mujer de carne y hueso. La expectativa cargada de deseo se hizo finalmente realidad.
El efecto Pigmalión es el término utilizado en psicología para definir la influencia que las palabras de una persona pueden ejercer sobre otra. La esencia del efecto Pigmalión, consiste en comprobar cómo unas altas expectativas de una persona en relación a otra dan como resultado un alto rendimiento en la segunda o en cómo, por el contrario, unas bajas expectativas influyen en la otra persona de manera negativa y afectando a su rendimiento. Podemos afirmar que el proceso clave del efecto Pigmalión radica en el poder de las expectativas. Tanto para bien como para mal, y en cómo estas influyen en la conducta y en el rendimiento de los demás y, por supuesto, de nosotros mismos.
La palabra es el instrumento más poderoso que posee el ser humano. La mente es como un campo fértil en el que, de manera continua se están plantando semillas en forma de opiniones, ideas o conceptos. Por lo que si plantamos una semilla en forma de pensamiento este crecerá inevitablemente.
Las palabras son capaces de crear y destruir sueños, de modificar conductas y estados de ánimo. Estamos demasiado acostumbrados a obviar el poder de nuestras palabras, a emitir opiniones sobre los demás, sobre sus objetivos, su desempeño o su vida sin tener en cuenta el efecto que nuestras palabras pueden tener sobre la persona que las recibe. Sería bueno preguntarse antes de hacerlo si ¿cuándo le hablamos a otra persona le estamos haciendo crecer o desmoronando?
Tipos de efecto Pigmalión
Efecto positivo, se produce cuando este fenómeno influye de forma positiva en las personas y hace que se superen gracias a las altas expectativas de los demás. Por ejemplo, si una persona espera que seas un buen futbolista y te lo dice desde pequeño, es posible que con el paso de los años luches y logres convertirte en un buen deportista.
Efecto negativo, se trata del lado nocivo del efecto Pigmalión, cuando un deportista, un alumno, un trabajador, etc. No se cree capaz de lograr ciertas cosas porque todo el mundo considera y así se lo hace saber, que nunca va a llegar a nada. O que se trata de un reto demasiado ambicioso para sus capacidades. En estos casos, el efecto Pigmalión puede anular o retrasar el crecimiento de una persona.
Ejemplos de efecto Pigmalión
A continuación, vamos a ver ejemplos de cómo impacta el efecto Pigmalión en entornos tan diferentes como el educativo o el empresarial.
El efecto Pigmalión en el entorno educativo. Una de las primeras investigaciones sobre este efecto fue llevado a cabo por el psicólogo Robert Rosenthal en 1963. Rosenthal y su equipo contaban con sesenta ratas de laboratorio comunes y corrientes. Eligieron treinta al azar y se las entregaron a un grupo de estudiantes de psicología diciéndoles que eran animales extraordinariamente inteligentes y con múltiples capacidades. La otra mitad a otro grupo de estudiantes de la misma carrera, en esta ocasión les dijeron que su ratas eran incapaces de realizar ninguna tarea más allá de lo básico y que presentaban muchas dificultades para desplazarse o atravesar laberintos.
Los estudiantes que tenían las ratas supuestamente inteligentes decían sentir empatía por ellas, las aseaban, las consentían, las trataban como mascotas domésticas. En cambio, el otro grupo no sentía ningún tipo de simpatía por sus ratas supuestamente estúpidas. Las ratas supuestamente inteligentes mostraron avances significativos para moverse por laberintos prácticamente desde el primer día, mientras las del otro grupo tardaba de media tres veces más en aprender lo mismo.
Al concluir el experimento Rosenthal obtuvo el primer gran aprendizaje, el comportamiento de los estudiantes de psicología y las expectativas que habían depositado resultaron determinantes en la conducta y el aprendizaje de los animales. No olvidemos que las ratas habían sido elegidas al azar y todas contaban con las mismas capacidades de inicio.
Esto llevó a Rosenthal a plantear un nuevo experimento junto a Jacobson. En ese trabajo, llevado a cabo en 1965, se informó a un grupo de profesores que a sus alumnos se les había realizado una prueba de evaluación de sus capacidades intelectuales, lo llamó test de inteligencia de Harvard. Más tarde, se les indicó cuáles habían sido losm alumnos que habían obtenido los mejores resultados, aproximadamente el veinte por ciento de la clase, afirmando además que serían los que mejores calificaciones obtendrían al finalizar el curso. Volvieron a reunirse ocho meses después y así fue, aquellos que habían sido considerados mejores obtuvieron las mejores calificaciones. La cuestión estaba en que la prueba que evaluaba la capacidad intelectual de los alumnos nunca se realizó, aquel veinte por cierto de los alumnos habían sido seleccionados al azar.
¿Qué sucedió entonces para que unos chicos señalados al azar llegaran a convertirse en “los mejores”? La respuesta la encontramos en que los profesores se crearon altas expectativas con relación a ellos y actuaron a favor para que estas se cumplieran. Así, el clima, la actitud y la predisposición a enseñarles era diferente y más especial. Fueron tratados durante ocho meses como si de verdad fueran personas más inteligentes. Estudios posteriores con estudiantes de diversas edades y centros educativos arrojaron los mismos resultados.
El efecto Pigmalión en el ámbito empresarial. También este efecto es muy importante para mejorar la productividad en las empresas. Un ejemplo claro de ello lo comprobamos cuando un trabajador recibe de manera continuada la aceptación y el reconocimiento de su superior, aquí, su autoestima sube y existe una alta posibilidad de que el empleado repita las conductas y muestre un alto desempeño en sus actividades y funciones. En el polo opuesto tendríamos justo lo contrario, cuando de manera habitual, las capacidades y funciones de un trabajador son criticadas o denostadas lo que ocurre, por el mismo efecto, es una disminución en la calidad del trabajo. De esto se deduce que transmitir expectativas positivas sobre un grupo determinado, impacta en el buen rendimiento de ese grupo de personas.
En la gestión de equipos, el efecto Pigmalión es una potente herramienta de liderazgo. El modelo de la profecía autocumplida aplicado a la consecución de objetivos puede ser un estímulo para lograr la máxima implicación de los trabajadores en cualquier proyecto, si se desarrolla adecuadamente.
La actitud del líder es clave en este proceso y no siempre juega a favor. Todo líder tiene una imagen formada de sus colaboradores y les trata según las expectativas que se ha creado sobre ellos, así que el rendimiento de cada empleado puede verse afectado por esas expectativas. Si los miembros del equipo reciben inputs positivos, es muy probable que aumenten su rendimiento, si por el contrario sus capacidades son cuestionadas por parte del líder aumentará la desmotivación e indiferencia del subordinado, lo que afectará a la productividad y calidad del trabajo.
Ahora que ya conoces la teoría, te toca a ti poner en práctica lo aprendido. Seguro que se te ocurren algunas áreas de tu vida dónde aplicar este conocimiento. ¿Quizá puedes enviar mensajes positivos a tus hijos, alumnos o empleados sobre sus cualidades o evitar etiquetarles negativamente? ¿O quizá puedes enfrentarte a algún reto con más confianza, con autoafirmaciones que te empoderen?
Aquí tienes algunas sugerencias para que puedas empezar. No importa si estás asumiendo el rol de padre, profesor, directivo de una empresa o amigo, para fomentar el potencial de otra persona deberás:
- Crear siempre una comunicación abierta incentivando un clima agradable y de confianza.
- Detectar sus fortalezas y destácalos en lugar de centrarte en sus debilidades.
- Evitar el uso de etiquetas negativas, sobre todo si son denigrantes o afectan a la dignidad de la persona.
- No criticar al individuo sino el comportamiento.
- Empezar siempre la conversación reconociendo algún logro.
Recuerda que, cómo dijo Goethe, “Trata a una persona como es y seguirá siendo como es. Trátala como puede llegar a ser y se convertirá en lo que puede llegar a ser.”
Te animo a que empieces a creer más en ti y en las personas que te rodean, y a transmitir esa confianza para que puedas comprobar por ti mismo/a los resultados del poderoso efecto Pigmalión.
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2 respuestas
Me ha resultado muy uy interesante, el efecto pigmalion, en el área empresarial.
Muchas gracias!